viernes, 26 de diciembre de 2008

La acechante sombra de Gran Escala

No han pasado cuatro meses desde que un fantasmal rumor silbara entre los polvorientos torrollones monegrinos, vestido primero de broma colosal y disfrazado después de gran oportunidad histórica para Aragón y sus afortunados derredores. Las Vegas en Europa. Ya. Ahí está todo condensado, comprimido y embotado. Te guste o no. Vendrá con tu apoyo o sin él, como las huelgas de autobuses o los racionamientos en tiempos de guerra. A más de uno nos queda cierto regusto de vértigo y miedo. Yo no quería esto en mi tierra. No puedo evitar pensar que vamos a pagar un precio mil veces más alto que los desgraciados y pudientes en las mesas de juego granescalenses. Nadie da duros a cuatro pesetas. Vamos a ser la capital del vicio, del juego, del derroche y de la maldad. Vendrán ricachos vacíos y atufarán la comarca con su aroma de frivolidad. Acudirán también clases medias y bajas y gastarán todo lo que no pueden gastar, y se multiplicarán las ludopatías y las familias rotas. Las autopistas multiplicarán sus carriles, y se crearán dos grandes cinturones viales. El primero unirá Gran Escala con la playa mediterránea, el segundo con Europa. España ya no será el país del turismo solar, también será la catedral del juego, del ocio y del esparcimiento. Mucho desfase, mucho dinero y mucha corrupción.Todavía hay quién se enfada cuando hablamos de esto con tono crítico. Que si somos tontos, que si somos quijotes, que si no queremos progreso, que si traerá riqueza a la comunidad. Yo no me creo nada. Traerá riqueza a los que monten el circo, y tan rápidamente como la generen se la llevarán. Yo no quiero que mi tranquila ciudad de 800.000 habitantes se convierta en unos años en una macro-urbe de tres millones de habitantes. No quiero que el gris granito de sus calles y el inclemente cierzo de sus puentes se contamine con los pasos ralentizados de los que andan por encima del mundo, pisándolo todo, comprándolo todo, sin mirar tan siquiera a los ojos. No quiero que un gobierno inocente y obtuso venda mi tierra al peso creyendo que está haciendo el negocio del siglo. Nunca he mirado mal al inmigrante, al pobre que viene aquí a buscar futuro para él y pan para sus hijos, a aquel que viene a este valle inhóspito porque es el paraíso comparado con su realidad, siempre he creído que ése debería tener una oportunidad. Ah, pero el rico, el corrupto, el vicioso de una cosa o de otra, ése sólo viene a exprimir al igual y a hundirlo en la miseria. Me jode que sus címenes se cometan en este suelo que tanto he pateado, desgastado e incluso maldecido. Nuestro desierto, nuestros agrestes parajes, nuestra vida, vendida traidoramente a un grupo internacional que seguro que con parte de los beneficios construye varios hogares para ancianos y casas de acogida para inmigrantes, amén de invertir en bienestar social y en la recuperación patrimonial. Creo que esto nos viene muy grande, pero aunque no fuera así, tampoco lo quiero. Y si todos pudiéramos votar si Gran Escala se cimenta en suelo aragonés o se instala en medio del oceáno, me parece que para jugar al casino habría que coger el ferry o el hidroavión. Nuestra vida va a cambiar, y es seguro que no será a mejor. Eso sí, por fín habrá agua en los Monegros. Es triste que la única fuerza capaz de traer agua al desierto no sea la naturaleza, sino el dinero.

4 comentarios:

  1. Otro aragonés que no quiere gran estafa. Cuando nadie lo coge será por algo...

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  2. Igual con esto de la crisis, Gran Escala realmente viene bien... aunque sigo teniendo serias dudas...

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  3. A mi me huele a chapuza gorda. Incluso mucho más chapuza que la Expo, que ya es decir...

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  4. Pues parece que no arranca la historia...

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