martes, 23 de junio de 2009

De cómo el ciudadano medio se acopla al asiento, se aferra al volante y se vuelve un hijoputa integral (o análisis del conductor español)

No hay relación directa entre ocupación laboral y transformación automovilística. Por ello resulta poco atenuante tu perfil humano, idiosincrasia o experiencia vital; si le das al gas, te envolverán los demonios del asfalto. Nadie nace hijoputa al volante. Es algo que se hace, se pule y perfecciona aterrorizando peatones que cruzan por la calzada y novatos de L reluciente demasiado acelerados de ir a 2 km/h. Somos unos cabrones, y, si me permiten la licencia de género, muchos más cabrones que cabronas.
Cuando conduzco mi flamante monovolumen con nombre de nieta de un pintor famoso por las vastas carreteras del estado activo el regulador y me olvido de agobios y prisas. Puedo autodenominarme un conductor estable, coherente y pacífico.
En ciudad mis hormonas se alteran y mi sistema nervioso se dispara como emborrachado por un néctar henryjekylliano hasta mutar mis calmos rasgos faciales y volverlos edwardhydeanos e hijoputenses a un tiempo. La calzada de la urbe y su fauna es un cáncer que te envuelve, te transforma y envilece. Y te vuelves como todos los que te rodean: histérico, ansioso y apresurado –aunque no tengas cita-, y sumamente intransigente con el que corre mucho, con el que no tira, con la ancianita que empieza a cruzar en verde y acaba en gris marengo, con el crío de la L, con el transportista huevón, con la moto jeta, con el neng del chumba-chumba, con el hippie de la bici que te adelanta, con el coche de autoescuela que va a -3 km/h, y especialmente con los grandes enemigos de la conducción responsable: el taxista listo y el autobusero abusón.
Si pretendes conducir respetando los límites te entra complejo de Fernando Alonso: Por bien que traces siempre tendrás nueve coches delante. Cuando manejo tengo una sempiterna sensación de que se me están comiendo el pan. No me basta con ir a 50 y llegar a mi destino sin pena ni gloria. Cada vez que uno me achucha me entran ganas de pulsar el turbo boost del coche fantástico y dejarlo perdido (de distancia y de humo negro) mientras Kitt dice: “Michael, mira que eres infantil”. Si me superan haciendo un slalom imposible tengo la sensación que voy a frenar siete metros más lejos por culpa del cretino que me ha ganado la posición en la pole.
Y lo peor es lo que el coche dice de nosotros. Muchos conductores disfrutan psicóticamente de la inseguridad ajena. Víctimas propicias parecen las chicas jóvenes, con marca de novatas, coche limitado, cara de pasar miedo y muy poca confianza. Les pitan, miran mal, echan las luces, dan lijadas, pegan el morro a su culo como perros en celo, se cruzan, presionan e intimidan sólo porque esos conductores noveles no tienen la pericia o decisión de los chulicos rompebordillos. Hace falta ser cobarde. Y es que parece que al volante buscamos cualquier excusa para atacar al otro, que haga algo mal para abochornarle con nuestro claxon justiciero, un insulto de órdago y la cara de malas pulgas.
Yo sé que lo que hago al volante es cosa mía, incluyendo los cambios de carril para avanzar más, los semáforos en ámbar (que deben durar 35 segundos atendiendo al número de coches que los utilizan) y las salidas fulgurantes cuando el verde me guiña el ojo, pero si el devenir de vehículos fuera menos agresivo, si la corriente automovilística no fluyera a 70 por hora, si los taxistas no redujeran tu distancia de reacción de 9 metros a 1’25, y si los autobuses de línea no confundieran “ceder el paso” con “frena o te comes tres toneladas rojas de Tuzsa”, pues entonces la calle sería un lugar mejor para vivir, conducir sería un placer y seguro que hasta el dióxido de carbono olería a nubes de caramelo.

9 comentarios:

  1. Hay mucho capullo al volante... hay conductores que aprovechan el estar conduciendo con descargar sus frustraciones

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  2. La jungla del asfalto no conoce reglas por mucho que el código las marque a cada paso. Sería interesante ir alternando las señales actuales con otras del tipo "Mira que sois hijos de perra, sres. conductores"
    Pasada ya la treintena, yo la verdad es que me he moderado bastante, facilitado también por el hecho de que el 90% de gasoil que consumo es en autovía. En vez de darle al acelerador, subo a toda virgen mis CDs y canto como un auténtico depredador musical. Me olvido de mis compañeros de viaje, aunque siempre surgen brotes de felicidad y pongo caretos a los que me adelantan o les lanzo besos, en señal de "yo ya me he retirado de esto". Es un placer conducir a escasa velocidad y saborear el paisaje, una buena autoreflexión, una música brutal o algún escote que nos saque del letargo y que nos alegre ese rutinario camino al curro. STOP.

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  3. Es verdad Sx, conforme vas entrando en años te vas moderando al volante, no sientes necesidad de correre ni de adelantar...

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  4. Un relato real como la ficción misma.

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  5. Me has hecho sonreir. Además subrayo todas y cada una de tus observaciones; el volante nos transforma en... lo que somos.

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  6. Gracias a todos. Prometo que hoy no he atropellado ninguna ancianita ni me he picado con ningún neng en 190 km.
    ¡Y qué envidia, Sx! Yo de mayor quiero ser como tú...

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  7. Cuando subimos al coche, es como si nos pusiéramos una coraza indestructible que nos autoriza a destruir nosotros a los demás como si fueran mortales enemigos. Has dado en el clavo, y muy bien ilustrado con los autos locos, una combinación perfecta.

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  8. Yo soy de las que les grita a esos conductores hijoputenses que se cruzan a tu carril sin siquiera mirar o poner el intermitente, a esos que te hacen la pirula en la rotonda, a esos autobuseros que por llevar un "coche" más grande que el tuyo se creen que la carretera es suya y tienen todo tipo de prioridades, y que cuando el de atrás se pega mucho a "tu culo", frena a ver si se asusta y deja de querer que le remolques, que hay carretera de sobra para todos.... y el que tenga prisa y quiera correr, pues que me adelante.... que como dice Sx, es mejor poner la música a todo trapo y cantar, que poner el coche a todo trapo con un acelerón.
    Un besote!!

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  9. Estoy de acuerdo en todo lo anterior¡

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