miércoles, 22 de diciembre de 2010

El merengue empalaga

Ni sabe dulce ni deja buen sabor. Todo lo contrario, cansa y aburre de tanto que nos lo meten por los ojos.
Estoy hablando del Real Madrid, evidentemente, y de todas las circunstancias que han convertido un gran club de fútbol, quizá el mejor en la historia, en la Belén Esteban del deporte.
Cuando empieza el noticiero y lo primero que te dice el nota, después de promocionar compresas para coches o cualquier otra absurdez, es que el entrenador del equipo madrileño está peleado con el director general, y que por ese pique no va a dar una rueda de prensa, significa que algo va mal en el desfutbolizado mundo del balompié. Los blancos, equivocadamente, han tirado de glamour y sensacionalismo para situarse en un mapa deportivo donde destacan clubes mucho más equilibrados. En el Madrid lo de menos es el fútbol. Primero son los delirios de grandeza de su omnipotente presidente, los vocablos enrevesados, engatusadoramente lindos y dolorosamente huecos de su director general, y la provocación gestual y verbal continuada de su entrenador-traductor. Las tabletas de chocolate portuguesas, las fiestukis de cumpleaños obscenamente derrochonas, los besos de película entre porteros y periodistas, las agresiones chulescas de los amerindios sin colonizar, los BMW rugiendo en cada curva…la lista de despropósitos podría no tener fin.
Una vez conocí a un periodista de la capital en una boda de provincias y me dijo algo así como “Todo lo que sale del Real Madrid vende mucho, cualquier cosa.” Desde luego no le faltaba razón al amigo, había dado en el blanco, en el de todos los focos y todas las iras. Y es que lo que le pasa a estos tipos se lo buscan. Ya desde que buscaban al futbolista más mediático en lugar de fichar al mejor jugador, y endiosaron a David Beckham como el mejor del mundo, el más guapo y el que más camisetas vendía, se destapó qué tipo de equipo quería el tito Floren: un grupo engreído, pretencioso, que saliera bien en las fotos y que encandilara al vulgo dentro y fuera del campo. Cuando en 2006 Zidane sentó la cabeza –en el pecho de Materazzi– y colgó las botas para no comenzar a arrastrarse por los mundos de dios, el deportista mediático devoró al malabarista jugón en Valdebebolandia. Hace ya mucho que el fútbol de verdad se practica en Barcelona y para el aficionado nacional pensar en la roja es recordar el estilo, los jugadores y el talante de los bajitos azulgranas.
Pese a todo, lo que más irrita de los blancos no es su obsesiva fijación con salir bien en la foto, sino la actitud que pasean por el mundo. Es preocupante que un pavo se mate a hacer abdominales para tener un cuerpo perfecto y cuando marque un gol levante los brazos en plan mesías esperando su bautismo de gloria y adulación universal. O que un señor entrenador, más allá de lo bien o mal que realice su trabajo, se dedique a cargar contra todo y contra todos, denunciando una manifiesta injusticia arbitral hacia los intereses madrilistas cuando efectivamente existe, pero por exceso de favoritismo y no por defecto. Que este tipo critique y proteste es el colmo de la burla y las ganas de barro.
El modelo está agotado. Sin embargo, todos están encantados con él. Los merengues, por la polvareda que levantan y el ruido que hacen. Los medios deportivos, por permitirles desarrollar una variante rosa, sensacionalista y atrapaaudiencias dentro de su sección futbolística. Los rivales, por el ridículo estrepitoso que repiten cada año que se miran al espejo y preguntan eso de “¿Quién es el mejor equipo / jugador / entrenador / traductor / director general / presidente / goleador / glamouroso del mundo?” El pobre espejito carraspea, mira al suelo, traga saliva y dice “Bueno, el más glamouroso tú, lo demás pues ya me lo voy pensando.” No se puede hacer peor, ni decir más tonterías ni ser más chulos. Es por eso que es el grupo deportivo más odiado de España, porque están liderados por gente marrullera, arrogante o engreída que provoca rechazo y chanza a un tiempo, sobre todo cuando tienen que tragarse las fantasmadas, los chorreos y las goleadas. El mejor jugador del mundo no se considera el mejor, ni enardece a las masas esperando su bien merecido vitor tras la jugada de dibujos animados, ni se mira el ombligo y los abdominales cada minuto. Simplemente abraza a sus compañeros y repite mil veces que lo que importa es el grupo.
Es preocupante la imagen de éxito que transmiten los futbolistas del Madrid y los medios, tanto como la falta de criterio de los aficionaduchos que saturan los foros con mensajes de apoyo al proyecto galáctico. Menos mal que los otros, y alguno de los merengues no emborrachados de ego, se manejan con excelencia en el campo y humildad en los medios, para recordarles a los niños que un deportista de élite es esto último, sudar, trabajar y callar, y no lo otro, porque por muchas flexiones que se hagan en el día las neuronas no parecen madurar en los océanos de la autocomplacencia.

6 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo con tu opinión Drywater!

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  2. No me gusta nada el Real Madrid, ni los jugadores, ni el entrenador, ni toda la parafernalia hay alrededor...

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  3. Ana dijo:
    Christiano Ronaldo es lo peor, por muy bueno que sea, es un chulo

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  4. Yo no soporto ni al Madrid ni al Barsa. Me parecen iguales

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  5. El futbol es un asco, pero algunos equipos lo son mas

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