viernes, 15 de julio de 2011

Los entierros happys

Soy un hedonista de la psique bajo los efectos de las sustancias y sus revelaciones oníricas y alucinatorias. Vivo en un mundo que trasciende las convenciones de éste.

El otro día se murió mi amiga Marta. Los demás nos llamamos y fuimos a tomar unas cañas para celebrarlo. Luego ya acudimos al sepelio. Una orquesta barata amenizaba la fiesta. Las go-gós se movían con gracia y picardía. El alcohol corría generoso y la comida iba que volaba. Los familiares se regocijaban, sus hermanos bailaban, y los menos disimulados no podían evitar traslucir cierta envidia pasajera por quién había pasado a mejor vida.
Abandonar este mundo ingrato y pasarse al más allá es la gran esperanza de todos. Por esa razón hay tantos suicidios y la demanda de oficios de gran peligrosidad se ha disparado. Todos quieren trabajar en una mina sombría, en una central nuclear japonesa o en un hospital tercermundista e infecto. Yo me cortaría ya mismo las venas pero me falta valor, incluso para dejar de existir aquí y empezar a hacerlo allí donde las nubes son algodonosas y una serenidad ascética te envuelve y embriaga como perfume de marihuana.

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