viernes, 2 de agosto de 2013

Victoria vs. Honor

En los últimos tiempos hemos asistido atónitos a la desintegración de los valores, o más concretamente, a la repriorización de los mismos. Y en un mundo acelerado y en constante evolución, caerse del monopatín vital es un resbalón inevitable a veces. Tropezar es parte del desarrollo madurativo de las personas. Fracasar es hacer más meritorio el triunfo venidero, un ritual obligado hacia la victoria. Pero heme aquí que algunos no quieren darse la hostia, y prefieren llegar sin derramar una gota de sudor. ¿Para qué competir en igualdad de condiciones si hay un truco que hará más próxima la victoria?
Estos tipos, largos como ellos solos aunque no lo parezcan –he ahí el secreto–, parasitan en todos los estratos de la humanosfera. En la sociedad se llaman políticos. ¿Para qué ganar mil de manera honesta si puede meterse la mano a la saca, que para eso la maneja uno, y llevarse tres mil? ¿Qué se puede perder, el honor? Pues ya ves tú. Mientras no toquen la cartera, las prebendas y los ceros… Pero todo puede arreglarse: se puede untar también a los que vigilan. Si hay para todos. Bueno, para algunos. Alguien tendrá que ponerlas honestamente. Para eso existe la cleptocracia. ¿Para qué instaurar la endogamia delictiva habiendo gilipollas con ideales?
En todo caso, veníamos aquí para valorar a otro tipo de faustos. Pasar por el aro lo hacen muchos. Los músicos cercenan sus melodías a golpe de talonario. Los escritores mutilan las letras que exige la editorial. Los niños adoran a los Reyes Magos. Los futbolistas juegan mejor con el cheque que con el pie. Hasta aquí todo es entendible. El idealismo no paga facturas.
El problema está cuando se vende el alma al diablo. Porque se puede renunciar a unos ideales más o menos imberbes –de hecho, casi siempre se debe hacer–, pero el honor es irrenunciable. La honorabilidad, esa tonta y sobrevalorada cualidad que nos dice que hay fronteras que no se pueden cruzar por motivos éticos. Esos límites se traspasan cuando se buscan justificaciones, se ocultan movimientos, se disfrazan motivos. Cada uno lo hace a su nivel: los hombres se acuestan con mujeres que no son suyas, los artistas plagian, los niños copian, las marujas echan un paraguayo de más después de haber pesado la fruta y los jetas se cuelan en la fila. Los deportistas amañan o se dopan. Y aquí queríamos llegar.
Recientemente se han atribuido severos casos de dopaje a antiguos ciclistas de élite. La mayoría vencedores de algo, abusones del Tour, buitres del sprint, motoristas de la montaña. El mal resulta ya tan generalizado que ni sorprende; en todo caso, desilusiona. A día de hoy no sé quién ganó el tour del 2003 ni los adyacentes. Conocí a un potencial ciclista con futuro el cual argumentaba que no iba a hacerse profesional porque todos se dopaban y sin sustancias no podía entrar en el círculo. Sin duda jugaría en otra liga. Era un “desustanciado”.
Los tramposos en el ciclismo profesional son multitud. Una vergüenza, sí. Y una decepción. Supongo que ahora habrá que aplaudir al que se dope mejor sin que se le salga el corazón por la boca. Literalmente hablaba, se entiende. No sé qué lleva a un hombre a vender su alma. Imagino que rula mucha pasta en la élite, pero sólo si se gana. El triunfo es demasiado goloso. Demasiados flashes, demasiados ceros, demasiadas gargantas gritando que eres dios. Demasiado tentador. En todo caso, para hacer trampas hay que valer. Escupir prejuicios y olvidarse del honor. Da igual que uno sepa que es un fraude. Lo que importa es que no lo sepan los demás. Y engañar hasta creerse las propias mentiras.

4 comentarios:

  1. Muy bueno y oportuno post Dry. Cada día veo que nos quedamos mas solos los que todavía no hemos caído en este mundo retorcido. Políticos que son ladrones, la mayoría. Deportistas tramposos. Alimentos adulterados. Ya nada es limpio.
    Mira, un medico deportivo me dijo no hace mucho, en una entrevista, que ningún cuerpo humano aguanta día tras día el perfil del Tour. Y un ciclista de un equipo de aquí, de Euskadi y que tiende a desaparecer, me dijo que si tuvieran que correr sin "ayuda", el perfil del Tour daría risa. O sea ya ves, este es nuestro mundo Dry, un poquito mierda, no te parece?

    Pero nosotros seguiremos aquí Dry, escribiendo sin doparnos, bueno, yo tengo aquí un vino rioja. Espero que no este en la lista negra.

    Un abrazo txapeldún!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Quiero denunciar a Arkaitz. Se dopa con vino Rioja para escribir. Es un delito doble. Seguro que es sustancia prohibida. Además no es autóctona.

      No me invento nada. Lo pone arriba.

      Eliminar
  2. Pienso como Arkaitz, tu post es oportuno y como siempre mordaz, auténtico y cierto.

    Un abrazo Drywater

    ResponderEliminar
  3. ¿Alma? ¿Qué es eso?

    ResponderEliminar