miércoles, 18 de junio de 2014

El patatal

No recuerdo bien si alguna vez les he hablado de mi trabajo. Soy un campesino sin tierra, un labrador sin campo. Trabajo el terruño de otros a cambio de un puñado de euros. No soy Lobezno, pero soy bueno en mi trabajo.
La temporada pasada me ofrecieron un huerto de rosas preciosas, lustrosas y rojas, con un narciso en medio. Todas florecieron espectaculares y formaron el más precioso jardín de la zona.
Este año mi destino fue bien distinto, porque el azar y mis propias decisiones me llevaron a un patatal de los gordos.
Los tubérculos que me asignaron eran de variedades exóticas, sospechosas, inquietantes: matador, desiree, agrio, florice, almera, gorbea, carlita… un no parar de siniestra excentricidad, tan variopinta que era difícil encontrarle un aglutinante. Pero lo tenían: todos estaban aparentemente podridos.
La gente se asustaba al saber de mi nuevo cultivo. “¿Dónde vas? ¿A qué te metes ahí? ¿Estás loco? ¿No había nada peor?” Yo, sin embargo, recelaba de sus prejuicios, de sus miedos y de sus valoraciones.
El primer contacto fue efectivamente impactante, pero apenas si duró diez minutos de confusión y desconfianza mutua. Realmente había mucha materia en descomposición, sí, pero… ¿qué hacía con las patatas? ¿Las tiraba a la basura y a plantar boniatos? No. Mucho mejor salvar aquello que había sano, que era mucho, y a trabajar con ello.
Los meses han sido curiosos, surrealistas, llenos de altibajos, pero en general enriquecedores. Puedo dejar la guadaña a su alcance sin miedo a que me hagan la parca en una de estas. Y he aprendido a aprender tanto o más que enseño, cosa rara en cultivos más convencionales. Respecto a los patronos, no están muy seguros de sacar nada de valor pero mientras les paguen la subvención aceptarán mis azadones y mis paseos en regadera.
La estación ha llegado a su fin y pronto dejaré mis tubérculos. No he conseguido eliminar, en algunos casos, la parte putrefacta, pero no importa. Todos tenemos algo podrido. Lo principal es mis patatas tienen trozos sanos, ricos, de esos que bien podrían acabar en una sartén hirviente o en una orgía de huevo batido. Y aunque tengan algo corrompido, algo de lo que nunca se librarán, saben que yo vi el lado bueno de unos vegetales que otros arrojarían al cubo con gesto de extrema aprensión y una discutible supremacía moral.
Mala hierba nunca muere, dicen. Poco importa si mis papas verán mundo algún día por su naturaleza degenerada o por su fortaleza ante las adversidades. Con fortuna, los demás no apreciarán su podredumbre. Algunas no tendrán esa suerte, porque el olor ya las delata, y el aspecto leproso las persigue. Pero unas y otras, quizá, aprenderán a ver la vida con otros ojos: los míos, porque yo jamás las prejuzgué por muy podridas que estuvieran. Tal vez se topen con más labradores, terratenientes o temporeros, que sepan cultivarlas.  Tal vez sean ellas las que cultiven algún día. Tal vez.

5 comentarios:

  1. Vaya lección de vida con el campesino...Tomaremos buena nota y no desistiremos pese a la cruda apariencia de las cosas.

    Un abrazo Drywater!

    ResponderEliminar
  2. Simplemente GENIAL. Me ha encantado. Hay algo más simple y sabroso que una patata?. Y si no quedan bien cocidas, siempre podemos freírlas, asarlas, quitarles la parte fea y hacerlas puré. De una u otra manera sirven y más aún cuando el tiempo aún no es capaz de hacer mella como para tirarlas.

    ResponderEliminar
  3. Me encanta el homenaje que haces a ese tubérculo llamado patata. Ya era hora que alguien hablara de ella. Dices que te ofrecieron en otras ocasiones terrenos con flores ricas en colores. Que les den por el culo a las rosas y claveles, no hay mejor flor que la patata.
    Esas patatas con sus hidratos de carbono complejos. Con sus vitaminas y minerales. Riquísima en vitamina C.
    Esas patatas a la riojana. Patatas bravas. Patatas fritas haciéndole compañía a un huevazo frito. Eso es música celestial querido amigo Dry.
    Yo que acostumbro a ir por Alava de vez en cuando, hablare con algún alcalde para que tu busto presida alguna de las muchas plazas que tiene, por ejemplo, Vitoria. Tendrás noticias mías. ;-)

    Un abrazo querido Dry. Muy buen post.

    ResponderEliminar
  4. Ver más allá, siempre hay una parte buena aunque el resto se esté pudriendo :-)

    Gran lección.

    Abrazos.

    ResponderEliminar